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Aceras congeladas, un verdadero peligro para las personas mayores

Con la llegada del invierno, muchos estados del norte de los Estados Unidos se preparan para los fuertes fríos y las nevadas. El congelamiento de las calles y aceras pasa a representar un inminente peligro para las personas, aumentando dramáticamente la posibilidad de sufrir resbalones y caídas. Los adultos mayores están especialmente expuestos y corren el riesgo de padecer consecuencias más graves.

Las posibles consecuencias

Entre los daños más comunes padecidos tras una caída resaltan:

  • Golpes en la cabeza, resultando en desde un mareo hasta conmoción cerebral y fractura craneal
  • Lesiones en la columna y cuello
  • Esguinces y luxaciones de articulaciones, especialmente tobillos y rodillas
  • Fracturas de fémur y cadera

Las fracturas de cadera (enlace en inglés) en especial son frecuentes y problemáticas entre adultos mayores. Una lesión de estas características obliga a la víctima a someterse a una intervención quirúrgica y un extenso reposo posterior a la misma.

¿Quién es responsable?

Si usted ha tenido que padecer una situación como esta, es importante que tenga presente que el mantenimiento de las aceras es responsabilidad del dueño de la propiedad en la cual ocurrió el accidente. El código administrativo de la ciudad de Nueva York (enlace en inglés) estipula que es obligación del propietario asegurarse que las veredas y parques de estacionamiento no representen un peligro para los transeúntes.

La remoción de nieve debe ser realizada con frecuencia y la acumulación de la misma corre por responsabilidad del titular de la vivienda o negocio.

Las medidas de precaución

Si bien nadie queda exento de la posibilidad de sufrir un accidente de este tipo, usted puede reducir las chances de que ocurra tomando las siguientes medidas:

  • Usar un calzado apropiado: Es imperativo que la suela tenga buen agarre.
  • No caminar de manera apresurada: Es mejor tomarse el tiempo necesario y hacerlo de forma segura.
  • Prestar atención adónde va a pisar: Aunque pueda parecer simple, checar en dónde va a situar su próximo paso puede ayudarle a evitar charcos, partes congeladas y lugares con nieve.
  • No ocupar las manos ni ponerlas en los bolsillos: Con el frío puede resultar tentador ponerlas dentro del abrigo, pero recuerde que lo más aconsejable es dejarlas afuera. Las consecuencias de un resbalón o caída disminuyen drásticamente cuando el golpe logra ser amortiguado por las manos.

En caso de sufrir una caída, recuerde que es crucial guardar reposo y prestar atención a si se produce una inflamación en la zona afectada. Un error bastante usual radica en desestimar la gravedad del asunto e intentar volver a la actividad normal cuando se recupera la movilidad. En cualquier caso, consultar a un especialista es siempre la mejor opción.

Recuerde que sin importar que tan seguro se vea el camino o cuanta experiencia tenga en la nieve o el hielo, nunca hay que confiarse demasiado cuando se camina afuera en invierno.

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